Ford ya nos ha acostumbrado a ver como desarrollan algunos deportivos tan icónicos que marcan eras e incluso ganan las carreras más importantes del mundo. A su vez, son capaces de desarrollar autos tan potentes como los de cualquier otra marca europea y es que es justo así como en 2003 tantearon la idea de crear un súper sedán con motor V10.
La historia de este auto gira más cercano a la historia de su motor, pues como tal ese V10 es un derivado del famoso Triton V10 que llegamos a ver en varias camionetas de la línea Super Duty de la marca, desde las F-250, hasta aquella Ford Excursion que podía llevar ese motor.
En Ford existía la duda sobre si era posible usar este motor para darle vida a un deportivo y es así que de inicio la idea fue colocar este motor V10 en un Mustang. No tardaron mucho adaptarle elementos como los cabezales, un bloque de aluminio, nuevos sistemas de inyección e ignición y muchas otras cosas.
Las primeras pruebas con este nuevo motor fueron tan buenas que de inmediato Ford ordenó crear un concepto que pudiera dar un avance de lo que habían logrado. Es así cómo en el Auto Show de Detroit de 2003 Ford nos presentó al Ford 427 Concept.
A nivel imagen usaba trazos muy sencillos, era cuadrado, no llevaba muchos acentos en cromo, pero vaya que se veía como algo amenazador y deportivo. Los pasos de rueda eran muy anchos, tenía rines gigantes, detrás de ellos se notaban unos discos de freno igual de enormes y unas llantas súper anchas para poder plasmar todo su poder en el asfalto.
No cabe duda que lucía bien y que a su vez, parte de su lenguaje de diseño terminaría llegando de una u otra forma a productos futuros, especialmente a la primera generación del Ford Fusion.
Su interior era otra historia, ya que ahí lucía aún mejor como si se tratara de un auto de lujo con muchos elementos en piel, unos trazos minimalistas, asientos de corte deportivo y formas que para nada eran comunes en esa época.
Sin embargo, lo más importante era lo que vivía bajo su cofre, pues los ingenieros de Ford lograron que este sedán produjera 590 hp y 509 lb-pie de par, todo yéndose al eje trasero. Su motor final era un V10 de 7.0 litros o bien 427 pulgadas cúbicas.
A pesar de que fue bien recibido, Ford rápidamente movió su desarrollo a otro concepto, con el Shelby GR-1, antes de ser olvidado por completo para terminar de enfocar todos los esfuerzos de la marca en completar el Ford GT para poder presentar su versión de producción un año más tarde.
Más adelante algunos ingenieros de Ford admitieron que barajaron la posibilidad de darle un V10 a una segunda generación del GT, sin embargo, por el tema de costos, entre otros factores, se decidió no progresar más en un sucesor directo al Ford GT de 2004-2006.